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La consejería y su carga implícita

“Quien atrapa a las tortugas debe comérselas”, dice un refrán antiguo del mediterráneo. El origen de la expresión es el siguiente: Se dice que un grupo de pescadores atrapó una gran cantidad de tortugas. Una vez cocinadas, descubrieron que estos animales no eran tan comestibles como creían y muy pocos miembros del grupo tenían apetito de ellas. Quiso la casualidad que pasara por allí Mercurio, el dios polifacético que todo lo unía, dios de la suerte y de los mercaderes. Los pescadores le invitaron a comer tortuga con ellos. Pero Mercurio, sabiendo que lo invitaban para librarse del alimento no deseado, los obligó a ingerir las tortugas.

Estableciendo así el principio según el cual tenemos que comernos aquello que suministramos a los demás (no sé si aplica a los dealer)

Esto podemos ver frecuentemente en los corredores de bolsa, gurús y demás payasos mediáticos que te dicen qué hacer, pero cuando la cosa está difícil a estas personas no les cae el peso de haberte dado una mala asesoría, simplemente culpan a la volatilidad de las cosas, otro ejemplo claro son los alcaldes y funcionarios públicos que “solo siguen la norma o actúan dentro de la ley” y para sus vivezas muy rara vez encaran la cárcel, la Contraloría es muy tardona.

En consejería psicológica ciertamente hay varios estilos de abordaje, los psicólogos infantiles no tienen que ser necesariamente niños, tampoco los que se especializan en patologías deberán de haber padecido trastornos para entender “realmente” a sus pacientes. Pero si hay un numero incierto de colegas que erran duramente con la consejería (ni hablar de los vendehumo) y el cliente/paciente no trata de hacerle ver (o pagar) el mal consejo, simplemente se aleja y nos mete a todos en la misma bolsa.

Profesionales buenos, mediocres y malos hay en absolutamente todas las carreras y el mercado los acoge a todos dada la demanda y la variedad de precios, pero uno tiene que dar lo que consume, no me guardo el pan seco para los invitados mientras todos los días me hago pastel. Debemos hacernos responsables de lo que recomendamos: recetas, lugares, inversiones, cursos y en consejería psicológica mucho pero mucho más.

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