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Trabajo, ocio y el sentido de ambos

Ya sostenía Arthur Schopenhauer en el siglo XIX que la vida humana oscila entre dos extremos: la necesidad y el aburrimiento. En estos tiempos aun sombríos podemos ver cómo la necesidad nos termina llevando a una falta de esperanza, abriendo el paso para hacer toda clase de estupideces y el aburrimiento a la falta de sentido, lo cual puede también desembocar en el mismo río que la necesidad.

Pasemos al siglo XXI y cambiemos estos vocablos (necesidad y aburrimiento) como estrés y ocio. Casi cualquier sobrecarga psíquica produce estrés, mientras que las formas de alivio crítico y ausencia de estrés están asociadas a un exceso de ocio. Desde el punto de vista psico higiénico, hay una regla sencilla en este aspecto que dice: El estrés necesita un futuro y el ocio un pasado para poder dominarlos. ¿Por qué?

Trabajar, prestar un servicio y, en general, los procesos creativos y productivos (sean manuales o intelectuales) están orientados hacia el futuro. Por más duro que sea un trabajo, las personas dentro de éste pueden satisfacer sus deseos a futuro: la graduación de sus hijos, su viaje soñado, y hasta el ridículo departamentito de 25 metros cuadrados (WC al medio) que van a hacer en su patio con tal de ganarse una entrada más. Es así que, orientándose al futuro, el estrés no se ve como una carga.

Muy diferente es el tiempo de ocio, el cual es una pausa entre los periodos de producción que sirve para esparcirse y recogerse interiormente, sin embargo, el tiempo consumido ociosamente también necesita una conexión de sentido con una actividad anterior que se haya interrumpido o finalizado. El mejor ocio es aquel que sigue a una fase de trabajo intenso, por ende no me imagino a muchos premiándose con pornografía después de un largo y productivo día. Aun así, vemos a mucha gente comiéndose el postre antes que las verduras, después preguntándose qué les pasa o por qué se sienten vacíos todo el tiempo.

Si el trabajo no tiene rumbo, (algo excesivamente rutinario o inclusive el desempleo) y si la pausa no muestra relación satisfactoria con la actividad pasada, entonces el estrés se hace insoportable, porque uno no sabe PARA QUÉ se mata trabajando, y los ratos de ocio se vuelven terriblemente aburridos, porque uno no sabe DE QUÉ está descansando. No está demás que se hagan esas preguntas periódicamente.

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